Nadie en su sano juicio se atrevería a hacer un balance positivo del año que se acaba. Ni siquiera el optimismo enfermizo del Presidente Zapatero, ni el genético “buenrollismo” del Jefe del Estado se han atrevido a tanto. Y no lo digo porque a servidor no le guste transmitir buenos deseos y optimismo, que por otra parte me encanta. Lo digo porque de las recetas de los dos grandes partidos en forma de Gobierno de la Nación, y de Gobierno de Esperanza Aguirre, el optimismo reside en poder cambiarlas, por mucho que también se haya sumado a ellas el suegro de Leticia.
El optimismo para el próximo año no se consigue recordando que hay que seguir al pie de la letra los objetivos de reducción de déficit a base de recortes sociales, ante la atenta mirada de los jugadores de la selección española desde una foto en lugar predominante. El optimismo se consigue comprometiéndose en la solución social a la crisis para la inmensa mayoría, y no en la salida para quienes la generaron.
Los buenos deseos no pueden ser más reforma laboral, menos pensiones, menos empleo, más desahucios, menos protección social, o más privatizaciones. Todo esto no son deseos, son hoy ya realidades, que los dos grandes partidos han multiplicado en los Presupuestos Generales del Estado y de la Comunidad de Madrid, para el 2011.
Es muy posible que Esperanza Aguirre si haya conseguido en este año que sus deseos se hayan convertido en realidad. Y digo que es muy posible, porque servidor es un tanto escéptico con lo de las liturgias navideñas. Porque en otro orden de cosas, no parece trivial que después de haber estado satanizando constantemente al Presidente de la Nación, el año 2010 haya sido en el que la Presidenta Regional descubrió a Zapatero. “Va por fin por el buen camino”, ha sido la frase que en los últimos meses ha repetido mas insistentemente Aguirre. Imagino que le orientó bastante aquella frase del Secretario General de la UGT, Cándido Méndez, sobre que el Presidente había abrazado desesperadamente las políticas de la derecha.
Desear lo mejor para la gente, significa transmitir que resignarse ante las políticas de recortes de los dos grandes partidos es la mejor noticia para esos poderes económicos y financieros que nadie conoce y a los que nadie elige, pero que sin embargo son los que generaron la crisis, y quienes dictan las medidas de recortes y bajadas de impuestos para los que más tienen, en beneficio propio y en perjuicio de quienes viven de su trabajo, como si esa fuese la única salida posible.
Transmitir optimismo es recordar el ejemplo de Marcelino Camacho. El ejemplo de un hombre sencillo que nunca se resignó.
Cambiar muchas de estas cosas en 2011 es perfectamente posible. Si es por motivaciones gráficas también me apunto a poner una foto de la selección española de fútbol. Aunque para que eliminemos el más mínimo gesto de resignación, se me antoja imprescindible colgar una foto de Marcelino Camacho y otra de la pasada Huelga General del 29 de Septiembre.
Que desde el mes de enero se sigan incrementando la conflictividad y las movilizaciones, dependerá de quienes pretendan seguir por el mismo camino que lleva a cada vez mayor exclusión social.
“NI NOS DOMARON, NI NOS DOBLARON, NI NOS VAN A DOMESTICAR”. (Marcelino Camacho)
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