A veces uno tiene la sensación, que las personas tenemos ciertas tendencias a asumir situaciones que progresivamente y de forma inexorable conducen al desastre, como si de una maldición se tratase, y fruto de ella se instala en el sentir colectivo altos grados de resignación y fatalismo. Vamos, que a los habitantes de la Comunidad de Madrid nos ha caido en forma de una de las siete plagas de Egipto, Esperanza Aguirre y sus huestes, y podríamos correr el riesgo de creernos que los desastres y tropelías a los que somete a madrileños y madrileñas son algo tan consustancial a la región, como las vegas del Jarama, las gallinejas o la Puerta del Sol.
La brutal y sanguinaria guerra interna del PP, ha escogido Madrid como el campo de batalla mas cruento, y uno personalmente, si hubiesen elegido cualquier descampado donde resolver sus diferencias, pues la verdad que como mucho me asaltaría la curiosidad de ver quien quedaba de pie. Pero el problema, es que el método de duelo elegido no ha sido ni a florete ni a pistola, como correspondería a tan noble clase social. Son las Instituciones y los Servicios Públicos, los lugares elegidos donde lanzarse preventivamente todo tipo de misiles, minas personales y bombas racimo, convirtiendo a los madrileños y madrileñas en sus escudos humanos.
Decir la Consejería de Sanidad, con el típico desparpajo que caracteriza al encantador Güemes, que “Hay personas a las que no les importa esperar 30 dias para intervenirles”, justificando con ello el aumento insoportable de personas que rechazan ser intervenidos en la sanidad privada, que ya suponen el 36,4% de los pacientes en lista de espera, no puede ser algo a lo que nos debamos acostumbrar.
Que fruto de privilegiar fiscalmente a los que tienen mas recursos, los Presupuestos de la Comunidad de Madrid cuenten con 2.100 millones de euros menos, con los que se podrían haber construido 200 escuelas infantiles, el desarrollo pleno de la Ley de Dependencia, la gratuidad del transporte a los parados y paradas, ayudas a desempleados y desempleadas sin ningún tipo de ingreso, o implantar políticas activas de empleo que podrían generar 150.000 puestos de trabajo, no parece algo a lo que debamos contemplar como quien pasea por el Retiro.
Por eso es cada vez mas acuciante hacer converger todas las voluntades en un proyecto de transformación en Madrid, que acabe definitivamente con un paisaje social cada vez mas parecido a los que dejaba Atila tras su paso y el de sus huestes. Hay que romper las tendencias impuestas en la sociedad, donde lo individual prima sobre lo colectivo, lo nominal sobre lo sustancial, la imagen sobre el contenido. No podemos contemplar la realidad madrileña, como un “reallity” donde lo mediático imponga los tiempos y los contenidos políticos. No se acaba con el PP desde las individualidades, sino desde los proyectos colectivos de transformación social.
Ese es el camino que hemos iniciado en IU-CM con nuestra Alternativa Social a la Crisis, enmarcado en el proyecto de Refundación de IU. Buscar la convergencia social desde seis ejes mínimos que hemos situado en el pleno empleo y el aumento de la protección social, la defensa del Estado Social Madrileño y de los Servicios Públicos, el apoyo a las familias asalariadas y desarrollo efectivo de la Ley de Dependencia, la garantía del derecho a la vivienda, una apuesta por un modelo productivo social y medioambientalmente sostenible, y una reforma fiscal bajo los criterios de progresividad y eficiencia.
Os enlazo el llamamiento para la Refundación de la Izquierda, publicado por el Area de Libertades Sexuales de IU-CM.
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